La Psicología en el Cine

 
Publicado por Irene Bedmar

Lunes por la noche. Estás viendo tu serie favorita y acabas de descubrir que aquel personaje que te cautivó por completo desde el episodio piloto, no es lo que parecía ser… A pesar de todo, tu atención permanece intacta; es más, te sientes extrañamente unido/a al personaje, incluso más que antes. Continúas ante el televisor e, inexplicablemente, te sientes atraído/a por los giros y cambios en el comportamiento del personaje ante la sucesión de la trama.

 

 

Ese fin de semana, en el cine, te espera una grata sorpresa: pese a haber visto centenares de películas, un nuevo estreno es capaz de sorprenderte a través de la misteriosa y camaleónica personalidad de su protagonista. Eres consciente de que debes seguir atentamente el hilo argumental para poder dar sentido a estos cambios en la psicología de la protagonista, de modo que decides sumergirte de lleno en la película para poder apreciar estos matices psicológicos que -intuyes- darán coherencia a todo.

 

Te sientes bien, estás disfrutando y, por alguna razón, mientras algunos espectadores parecen haber «desconectado» de la película, tú has apostado por ella. La película finaliza. En efecto, merecía la pena la apuesta: ahora todo cuadra. La protagonista atravesaba circunstancias complejas que provocaban esos cambios en sus emociones y en su conducta.

 

Apenas salir de la sala, escuchas comentarios de todo tipo: desde el típico «bah, todo completamente previsible» o el frecuente «yo esperaba más, tampoco ha sido para tanto», hasta críticas algo más elaboradas -pero con las que tampoco estás de acuerdo- del tipo «el comportamiento de la protagonista es totalmente incoherente, la película no es nada creíble».

 

Con cierta dificultad, logras abstraerte de un sinfín de críticas y comentarios de lo más variado para escuchar, en lo más profundo de ti, tu propia impresión acerca de la película:

Ha vuelto a ocurrir. Una vez más, no hay blancos o negros en el enfoque de un personaje. ¿Qué hace que mi mente se sienta tan atraída por esta inmensa escala de grises en la psicología del personaje?

 

Si alguna vez te has preguntado algo similar, la respuesta es muy sencilla: has alcanzado un alto nivel de empatía hacia esos personajes. Pero, ¿por qué? Porque tanto tú como ellos tenéis algo muy básico en común: sois seres humanos, y como tales, no sois lineales; es decir, la conducta humana se ve afectada por numerosos factores, desde las propias emociones, pensamientos o estado fisiológico hasta cualquier acontecimiento o estímulo externo, especialmente si ha sido emocionalmente significativo para ti.

 

Esto es algo que los directores y guionistas de cine tienen muy presente a la hora de desarrollar la arquitectura psicológica de un personaje, especialmente en el caso de ese/a protagonista carismático/a que tanto nos atrae. Es más, el hecho de que nuestras emociones, pensamientos y comportamiento puedan cambiar en función del estímulo más insospechado es lo que nos hace humanos, porque nos conecta con nuestra esencia… Conectar con la esencia del espectador, la mayor ambición de los mejores «creadores de historias» en el mundo del séptimo arte.

 

Pero el hecho de que lo que nos ocurra pueda cambiar (en cierto modo) parte de «nuestra esencia» no significa, ni mucho menos, que no podamos aprender a controlar y gestionar de modo racional y adaptativo lo que nos ocurre. Todo lo contrario, nos permite alcanzar un mayor nivel de autoconocimiento, si somos capaces de mirar en nuestro interior y considerar cada suceso, cada contrariedad, cada imprevisto, como una oportunidad de aprendizaje.

 

Porque en tu vida, como en el cine, puedes llegar a protagonizar lo inimaginable…

 

Acerca de

Soy Irene Bedmar, psicóloga y sexóloga clínica. Te invito a conocer mi actividad profesional como psicóloga y terapeuta sexual, así como a leer apasionantes artículos de psicología y sexualidad en mi blog y conocer mi contribución a la divulgación científica en los medios.

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